«CAMINANDO JUNTOS», hacia un renovado Pentecostés

OBJETIVO: ¿Qué pretendemos con este Congreso Diocesano de Laicos?

El objetivo de este Congreso Diocesano de Laicos es dar continuidad al Congreso de Laicos de 2020, abriendo un camino que ayude a acompañar y dinamizar el apostolado de los laicos en nuestra Diócesis de Valencia. El Congreso celebrado en Madrid, fue un punto de partida para incardinar, en nuestra Diócesis, aspectos relevantes y propios que se deben atender, reflexionar y, en definitiva, discernir. Desde aquel marco, verdaderamente ambicioso, queremos aterrizar en nuestra realidad. Para ello, disponemos de todo ese trabajo que el Sínodo nos ofrece y que está a punto de ver la luz y, por ello, en comunión con nuestros pastores, queremos ayudar a ser Luz.

FINALIDAD: ¿Para qué se celebra este Congreso Diocesano de Laicos?

La finalidad de este Congreso Diocesano de Laicos es “dar respuesta a una realidad social y eclesial que ha mutado y en la que tenemos que ser portadores de la presencia salvadora de Cristo”.

CÓMO: “Reflexionando en nuestras comunidades parroquiales, asociaciones y movimientos sobre qué procesos hay que modificar, cambiar, sustituir o iniciar hoy en nuestra Iglesia diocesana, para seguir renovando, a la luz del Espíritu, nuestra tarea evangelizadora”.

CLAVES:

“Sinodalidad y discernimiento, nos deben ayudar para trabajar en comunión, descubriendo la misión de los laicos en el mundo y en la Iglesia de hoy y, a la vez, discernir la presencia y la acción del Espíritu que siempre nos antecede.”

La sinodalidad y el discernimiento desean ser el espíritu o el estilo para dinamizar el apostolado seglar en los próximos años.

  • El discernimiento es una actitud interior que tiene su raíz en un acto de fe y que consiste en descubrir a nivel personal y comunitario el plan de Dios, su llamada a ser discípulos misioneros.
  • La sinodalidad, que significa “caminar juntos”, es un modo de ser y de trabajar en la Iglesia, que nos lleva a vivir una auténtica comunión y corresponsabilidad entre pastores, vida consagrada y laicos.

Como bien nos exhorta el papa Francisco, “Ser Iglesia es ser Pueblo de Dios…Esto implica ser el fermento de Dios en medio de la humanidad. …anunciar y llevar la salvación de Dios en este mundo nuestro…necesitado de tener respuestas que alienten, den esperanza, que den nuevo vigor en el camino. La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio”  (EG 114)